El fenómeno social de la migración
haitiana ha generado encendidos debates en la República Dominicana desde
siempre. Su intensidad, según recogen
los medios de comunicación escrita, resulta especialmente notable a partir de
la segundad mitad de la década de los sesenta del siglo pasado.
Al realizar un análisis de lo reseñado
sobre este tema en los principales periódicos dominicanos durante cinco décadas
(justo desde el momento de mi nacimiento!),
resulta sorprendente encontrar que los problemas de hoy son exactamente los
mismos que se han discutido de forma recurrente en la sociedad dominicana durante
este largo período.
En
otras palabras, lo que se dice, escucha y discute hoy –a veces con más
estridencia que en otras- es lo mismo que se ha dicho, escuchado y discutido a
través de estos años, aunque muy poco –tal vez nada- se ha hecho al respecto.
Estos son los temas:
- el éxodo masivo de haitianos hacia nuestro país;
- la llamada invasión pacífica de haitianos;
- la necesidad de su regularización;
- la importancia de hacer un censo para determinar exactamente su cantidad;
- la contratación de haitianos ilegales;
- la nacionalización de haitianos como dominicanos mediante declaraciones tardías;
- la necesidad de prohibir la contratación de braceros haitianos;
- la nacionalidad de los hijos de los haitianos nacidos en el país;
Lo que se advierte, luego de la lectura
cuidadosa de esa valiosa información histórica que he recopilado luego de meses
de investigación, es que la dimensión y la complejidad de los desafíos del
presente en materia migratoria son una consecuencia directa de la actitud
pasiva estatal que caracteriza ese largo período que nos precede.
Me he motivado a escribir estas “notas para la historia”, que serán
divulgadas en varias entregas a través de este blog, para que las presentes y
futuras generaciones valoren el sentido de responsabilidad histórica del
Presidente Danilo Medina, único Jefe de Estado dominicano -desde 1966 hasta el presente-, que frente a la situación derivada de la Sentencia 168-13 del Tribunal
Constitucional, ha decidido darle la espalda al tradicional “no hacer estatal”, asumiendo el tema
del orden migratorio como un asunto esencial para el presente y el futuro de la
República Dominicana.
La memoria muchas veces es víctima del
cortoplacismo. Por ello en las
discusiones del presente sobre el tema migratorio vemos como muchas personas
reivindican personajes e instituciones de nuestra vida pública como ejemplos de
“amor o protección a la patria”,
cuando los hechos que han quedado registrados lo que demuestran claramente es lo
contrario.
Ojalá, al final de esta serie de
publicaciones, esta sociedad se anime a pedir cuentas a los verdaderos
responsables del caos acumulado.
El próximo lunes 2 de marzo esperen entonces,
Dios mediante, la primera entrega!
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