miércoles, 10 de junio de 2020

EL APOYO ESPAÑOL AL RESTABLECIMIENTO DE LA SOBERANIA DOMINICANA

   El 29 de noviembre de 1916, una gran tragedia afectó la República Dominicana.  Ese día, un capitán de navío de la infantería de Marina de los Estados Unidos, H. S. Knapp, en nombre de su gobierno, emitió una proclama mediante la cual declaraba “que la República Dominicana queda por la presente puesta en un estado de ocupación militar por las fuerzas bajo mi mando, y queda sometida al Gobierno Militar y al ejercicio de la Ley Militar, aplicable a tal ocupación”.

      La intervención de 1916, tuvo como derivación inmediata, poner bajo el control del Gobierno americano los dos Estados que comparten la isla de Santo Domingo, desencadenando un régimen despótico, que sometió a los dominicanos a una intensa censura tanto política cómo de coacción a la libertad de expresión. En el plano económico, el modelo de explotación implantado generó, en palabras de Roberto Cassá, una verdadera “rebelión agraria”, con el consecuente encarcelamiento y asesinato, en algunos casos, de hombres del campo.

     No obstante, lo bochornoso y humillante de la intervención, hubo un grupo de dominicanos, que, en vez de asumir la defensa de la patria herida, prefirieron poner “al servicio de nuevos y taimados conquistadores, lengua, pluma, nombre y honor”, como escribiera el poeta Fabio Fiallo, en las páginas del periódico La Bandera Libre.

     Afortunadamente, fueron muchos los dominicanos que se resistieron a la idea del quebrantamiento de la soberania nacional, encabezados por Francisco Henriquez y Carvajal, y en el que participaron activamente, entre muchos otros, Américo Lugo, Federico Henríquez y Carvajal, Emiliano Tejera, Fabio Fiallo, Francisco J. Peynado, Max Henriquez Ureña, Tulio Manuel Cestero, Federico Garcia Godoy, Felix E. Mejía y Enrique Deschamps, agrupados en un movimiento nacionalista dominicano, que como ha escrito Bruce J. Calder "solo estaban interesados en la autodeterminación de la república".

     Uno de los ejes fundamentales de la estrategia del movimiento, lo constituyó la búsqueda de respaldos a la causa dominicana en el exterior, tanto en Estados Unidos, como en América Latina y Europa.

      España, fue uno de los países en que se recabaron apoyos a favor de la República Dominicana, jugando un papel de primera importancia el prestigioso diplomático dominicano Enrique Deschamps, quien desplegó, tanto en el campo político como intelectual, una exitosa campaña en pro de la causa soberanista.

     En lo que respecta al campo político, sobresale la declaración emitida en 1919, por miembros del Parlamento español, en la que solicitaban al Gobierno de España que expresara al Gobierno de los Estados Unidos “el anhelo de la República Dominicana de que se restablezca en ella el régimen de derecho anulado por la ocupación militar”, estimando “que el propio Gobierno español debería interponer también sus buenos oficios cerca del Gobierno americano, cumpliendo con ello altos deberes morales, por lo que respecta al pueblo dominicano”, lo que se produjo posteriormente.

     Dicha declaración tuvo gran impacto y repercusión mediática, en España y en el extranjero, por la relevancia que tenían en la política española quienes la suscribieron: el conde de Romanones, jefe del Partido Liberal; Manuel García Prieto, jefe del Partido Democrático; Francisco Cambo, jefe del Partido Regionalista; S. Alba, jefe del Parido Izquierdista Liberal; Melquiades Álvarez, jefe del Partido Reformista; Indalecio Prieto, representante del Partido Socialista; Rafael Gasset, jefe del Partido Agrario; Alejandro Lerroux, jefe del Partido Republicano; Niceto Alcalá Zamora, jefe de minoría; Antonio Goicochea, representante del Partido Maurista; y el legislador independiente, Augusto Barcia.

     Por otra parte, es de resaltar igualmente, el apoyo del gobierno y de una institución española relevante, como Casa de América, que incorporaron a Enrique Deschamps, como parte de la delegación de España en dos importantes eventos internacionales, uno, en la Liga de las Naciones en Bruselas, y el otro, en la Sociedad de las Naciones en Ginebra, lo que universalizó la lucha del pueblo dominicano por el rescate de su soberanía.

     En lo que respecta al campo intelectual, Enrique Deschamps sumó voces de altísimo nivel en las letras españolas, como J. Álvarez Quintero (Azorín), Miguel de Unamuno, Jacinto Benavente, Concha Espina, G. Martínez Sierra, Eduardo Marquina, Pedro Corominas, Santiago Rusiñol, Armando Palacio Valdés, A. Rubio y Lluch y Ricardo León, quiénes de manera conjunta, enviaron, el 10 de septiembre de 1919, un cablegrama al presidente de los Estados Unidos en defensa de la soberanía dominicana.

     Vale la pena resaltar el testimonio escrito por algunos de ellos, de lo cual el Listín Diario se hizo eco en sus páginas.  Es el caso de Azorín, para quien la “República Dominicana debe ser libre. Los pueblos no son grandes por su territorio o por sus ejércitos, sino por su espíritu humano y noble”; o, el de Concha Espino, que escribió: “al noble país dominicano le quiero mucho por lo interesante y español, su actual actitud lo revela con elocuencia abrumadora, y para mi ha sido una alta honra el firmar aquel cablegrama que era un ruego…y también una protesta.  Mantendría el uno y la otra, si fuera necesario y eficaz, toda la vida”.
    
     La lucha por el restablecimiento de la soberanía dominicana encontró, en los medios de prensa españoles, un importante aliado, difundiendo permanentemente las gestiones y apoyos logrados por los dominicanos, y abriendo sus páginas a la intelectual dominicana residente en Barcelona, Abigail Mejía, que a través de sus escritos El cuento de Tío Samuel y El caso de Santo Domingo, entre otros, procuraba sensibilizar a la opinión pública española, exteriorizando sus críticas a los excesos de la política exterior americana en el Caribe, y denunciando valientemente el atropello de que era victima el pueblo dominicano, desde que en 1916 se consumó la intervención americana.

     Finalmente, la solidaridad española se hizo presente en nuestro territorio, en la persona del poeta andaluz Francisco Villaespesa, quien en 1919, recorrió varias ciudades dominicanas, en las que la entonación de sus poemas “Canto a la Raza” y “Canto a Santo Domingo” ocasionaba importantes gestos de emoción en la población, lo que llevó a don Américo Lugo a considerarlo como “el primer enardecimiento práctico popular desde 1916”, y que conforme relata Bruce J. Calder en su obra El impacto de la intervención, fue motivo de preocupación para las autoridades de la intervención.


  • Publicado en Listín Diario el 10.06.20



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